Ert, la historia (6)

Los años oscuros
0 a 245de la Era Moderna (EM)

La historia imperial comienza en la época posterior al cataclismo que separó los tres continentes formando el Océano de los Pesares. Las distintas razas que habían participado en la guerra y que estaban presentes en la destrucción de la Torre del Dominio pronto se vieron abatidas por la pérdida de la Princesa de la Magia. Debido a esta pérdida, los Nacidos se desorganizaron totalmente y todo el continente de Noorgaar se vio sumido en una anarquía de constantes batallas. Las grandes ciudades que sobrevivían fueron sepultadas por terremotos. Civilizaciones enteras sucumbieron en las purgas que los Hetnon realizaron por doquier. Bajo esta perspectiva, las razas de Noorgaar tuvieron que comenzar de nuevo. Las diferentes razas se organizaron de distintas maneras, buscando la seguridad y protección del grupo. Los diferentes pueblos creyeron que el cataclismo había matado a todos los demás, sepultando sus tierras bajo las aguas.

En este periodo anárquico muchos pueblos adoptaron la forma de vida de tribus bárbaras que caminaban errantes por los nuevos territorios, provocando cacerías y matanzas para conseguir botín y alimentos. La vida en Noorgaar se convirtió en un calvario de continuas refriegas y de lucha contra la naturaleza, en una batalla incansable en la que superar cada día era una gran victoria y sobrevivir cada año una labor heroica. Pequeñas bandas de Hetnon quedaron aisladas de sus pueblos por el cataclismo, y formaron grupos de incursores que competían con tribus y bestias salvajes por conquistar los restos de la catástrofe.

Sin embargo, los habitantes de la ciudad de Nosuin lo tuvieron aún más difícil; en su mayoría eran Altos Kenion, que habían sido los más castigados por las pérdidas y los más reclamados por la muerte. No solamente había desaparecido la Princesa de la Magia, sino que también habían perecido todos los miembros de la familia real y gran parte de los nobles y hechiceros. Cuando los supervivientes regresaron a lo que antes había sido una orgullosa ciudad, se la encontraron reducida a la mitad de su tamaño original y sita a unos pocos kilómetros de la costa oriental del Océano de los Pesares. Lo único intacto era el palacio central en el que había vivido el difunto rey y la Torre de la Magia. Estos dos edificios supervivientes se localizaban en una isla con forma de media luna entre cuyas puntas se encontraban un millar de islas, en el nuevo mar que llamaron Laermer. Los ancianos Keanion o Altos Kenion se reunieron para decidir que harían a continuación mientras el resto de pueblos Melion se dedicaban a reconstruir sus ciudades o a buscar desesperadamente un nuevo lugar para vivir.

Los Moellan se desplazaron hacia el norte buscando pastos para sus caballos, los Alsanos se repartieron por la costa sur del nuevo Laermer adaptándose a las nuevas tierras y clima con práctica filosofía, y los Kenion, emparentados con los Altos Kenion, se situaron en sus tierras, que seguían siendo las más accesibles a pesar de ser las que más habían cambiado.

El consejo Keanion recibió la oferta de los Kenion para quedarse en sus tierras, pero los ancianos declinaron la propuesta, pues deseaban volver a sus ancestrales tierras, por ello acamparon en una pequeña ensenada, y desde allí todo el pueblo Keanion se dispuso a idear la forma de reconquistar su ciudad de las ruinas de la guerra.

La solución la dio un joven capitán superviviente de la última batalla, llamado Balthenan. Este sugirió a los ancianos que construyesen grandes barcos de gran calado para poder transportar las viviendas y todo tipo de materiales desde el continente a la isla. Esta idea causó gran impresión entre los ancianos y en asamblea entre todos los Altos Kenion se decidió que esta sería la idea que se pondrá en práctica. Así, los Altos Kenion comenzaron la construcción de unos grandes astilleros que les permitiesen fabricar los inmensos pecios que transportarían las casas construidas en el continente. Poco a poco los astilleros fueron creciendo mientras que las viviendas cambiaban la línea de la costa gracias a la ayuda de Kenion y Alsanos. A lo largo de varios años se diseñaron y construyeron los astilleros en lo que se acabó por llamar la Ensenada de las Mil Velas. Alrededor de los astilleros prosperó pronto una gran ciudad, compuesta sobre todo por aquellos que ayudaban a los Keanion en su empeño. La ciudad recibió el nombre de Ensenada de las Mil Velas, por los astilleros y la gran cantidad de naves que allí se fabricaban.

Balthenan fue el encargado de supervisar los trabajos, y gracias a su dedicación pronto fue propuesto para ser el primero de la nueva dinastía de reyes de los Altos Kenion. El día que estuvo preparado el primero de los barcos, el Esperanza, Balthenan fue coronado rey de su estoico pueblo. El Esperanza partió con el nuevo rey a bordo en dirección al Palacio de las Estrellas, en la antigua ciudad de Nosuin. Una vez que el bajel llegó a la isla, el rey dejó a su escolta y a los sabios en la costa, y él sólo subió por los acantilados hasta el palacio. Varias horas permaneció en sus solitarias salas. Cuando los soldados comenzaron a ponerse nerviosos Balthenan regresó del palacio con la armadura del antiguo rey. Un halo de poder le rodeaba, y aún hoy nadie sabe qué ocurrió entre los muros del palacio. Tras esto, Balthenan no volvió a ser el mismo.

El nuevo rey ordenó que continuasen los preparativos, y los soldados y la mayor parte de los cortesanos se congregaron de nuevo en el palacio real. Las luces volvieron a palpitar en las ventanas, la música volvió a sonar en sus salones y las risas, al principio tristes y solitarias pero pronto más jubilosas y llenas de esperanza, volvieron a oírse en sus pasillos. Durante más de veinte años los Keanion reconstruyeron su antigua ciudad trasladando casas, posadas, talleres, puentes y forjas que se construían en el continente. Una flota de diminutas embarcaciones se diseñó para poder abastecer día a día a la ciudad de todo lo que necesitaba. Pero Balthenan recordaba con demasiada viveza los combates de la era de la guerra y procuro no volver a cometer los errores defensivos que se cometieron en otras ciudades. Lo primero que hizo fue explorar la isla, que estaba totalmente poblada por densos bosques, llenos de venados y leones, y en su centro se alzaba un antiguo volcán apagado, de una altura superior a muchas montañas de la Dorsal del Mundo. En esta montaña mandó construir un gran fortín secreto, con sus puertas ocultas a todas las miradas, donde poder almacenar armas, comida y agua, por si se producía un asalto. Las pequeñas islas de la bahía se comunicaron con puentes para que el movimiento entre ellas fuera más rápido, y fueron unidas a la isla por los extremos de misma. Por los laberínticos pasillos de agua se dispusieron trampas para las embarcaciones enemigas, y torres defensivas y de observación se instalaron entre las islas más exteriores.

Mientras todo esto era construido, las demás razas no se encontraban en muy buena situación. Los Kenion se tenían que enfrentar cada vez con mayor frecuencia a las incursiones de hordas de Vloen salvajes que descendían de las montañas, destruyendo poblaciones y capturando esclavos; Alsanos y Cadones se enfrentaban a los mismo problemas; y en el norte no existía paz para los Melion, pues las batallas eran casi constantes.

Las ciudades pronto se fortificaron ante los insistentes asaltos. La organización política derivó a la formación de ciudades-estado. Fue un periodo lleno de batallas, redescubrimientos y grandes héroes. Las grandes gestas eran una constante, las ciudades eran fundadas rápidamente y caían en pocos años, los reinos prosperaban y desaparecían durante la vida de un Nacido, y tanto campesinos como nobles podían convertirse en reyes por un momento de gloria. Las ciencias se estancaron y la técnica no avanzó más de lo necesario para poder construir armas y armaduras.

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